martes, 27 de noviembre de 2012

Sangre de Cristo


Oración a la Sangre de Cristo

Señor Jesús, gracias por tu amoroso y voluntario sacrificio por nosotros.
Gracias por TSangre enteramente derramada por nuestra redención.
Aqui estamos reunidos en TNombre para suplicarte protección y defensa.
Escucha nuestra súplica invocando el Poder de tu Preciosa y Misericordiosa Sangre.

Señor Jesús, en tu nombre y con 
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o 
acontecimientos a través de los cuales 
el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos toda potestad destructora en 
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, 
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas 
de la naturaleza, en los abismos del infierno, 
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno. 
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares 
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen 
acompañada de San Miguel, San Gabriel, 
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.
Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan 
(nombrar a cada una de ellas), 
las personas que el Señor enviará a ella, 
así como los alimentos y los bienes que 
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas, 
objetos, paredes,  pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos 
a estar este día, y las personas, empresas 
o instituciones con quienes vamos a tratar 
(nombrar a cada una de ellas).
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual, 
los negocios de toda nuestra familia, 
y los vehículos, las carreteras, los aires, 
las vías y cualquier medio de transporte 
que habremos de utilizar.
Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes 
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que 
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y 
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas 
hemos sido salvados y somos preservados 
de todo lo malo. 
Amén.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Acción santificadora del Espíritu Santo


Acción santificadora del Espíritu Santo

Apartes de las “Catequesis del Santo Padre Juan Pablo II sobre las Verdades del Credo” dedicadas al Espíritu Santo en el Antiguo Testamento
1. El espíritu divino, según la Biblia, no es sólo luz que ilumina dando el conocimiento y suscitando la profecía, sino también fuerza que santifica. En efecto, el espíritu de Dios comunica la santidad, porque él mismo es 'espíritu de santidad'. 'espíritu santo'. Se atribuye este apelativo al espíritu divino en el capítulo 63 del libro de Isaías cuando. en el largo poema dedicado a exaltar los beneficios de Yahvéh y a deplorar los descarríos del pueblo a lo largo de la historia de Israel, el autor sagrado dice que 'ellos se rebelaron y contristaron a su espíritu santo' (Is 63, 10). Pero añade que después del castigo divino. 'se acordó de los días antiguos, de Moisés su siervo'. para preguntarse: '¿Dónde está el que puso en él su espíritu santo ?' (Is 63, 11 ).
Este apelativo resuena también en el Salmo 50/51, donde, al pedir perdón y misericordia al Señor (Miserere mei Deus. secundum misericordiam tuam), el autor le implora: 'No me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mi tu santo espíritu' (Sal 50/51, 13). Se trata del principio íntimo del bien, que actúa en el interior para llevar a la santidad (= 'espíritu de santidad ')
2. El libro de la Sabiduría afirma la incompatibilidad entre el Espíritu Santo y cualquier falta de sinceridad o de justicia: 'Pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño. se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad' (Sab 1, 5). Se expresa también una relación muy estrecha entre la sabiduría y el espíritu. En la sabiduría) dice el autor inspirado. 'hay un espíritu inteligente, santo' (7, 22), el cual es también 'inmaculado' y 'amante del bien'. Dicho espíritu es el mismo espíritu de Dios, porque 'todo lo puede, todo lo observa' (7, 23). Sin este 'espíritu santo de Dios' (Cfr. 9. 17) que Dios 'envía de lo alto', el hombre no puede discernir la santa voluntad de Dios (9, 13.17) y mucho menos, evidentemente, cumplirla fielmente.
3. En el Antiguo Testamento la exigencia de santidad está fuerte mente vinculada a la dimensión cultual y sacerdotal de la vida de Israel. El culto se debe tributar en un lugar 'santo', lugar de la Morada de Dios tres veces santo (Cfr. Is 6, 1.4). La nube es el signo de la presencia del Señor (Cfr. Ex 40, 34.35; 1 Re 8, 10.11 ); todo, en la tienda, en el templo. en el altar, en los sacerdotes, desde el primer consagrado Aarón (Cfr. Ex 29, 1, ss.), debe responder a las exigencias del 'sacro'. que es como una aureola de respeto y de veneración creada en torno a personas, ritos y lugares privilegiados por una relación especial con Dios.
Algunos textos de la Biblia afirman la presencia de Dios en la tienda del desierto y en el templo de Jerusalén (Ex 25, 8; 40 34-35; 1 Re 8, 10-13; Ez 43,4-5). Sin embargo, en la narración misma de la dedicación del templo de Salomón se refiere una oración en la que el rey pone en duda esta pretensión diciendo: '"Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden con tenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido! (1 Re 8, 27).
En los Hechos de los Apóstoles, san Esteban expresa la misma convicción a propósito del templo: 'El Altísimo no habita en casas hechas por mano de hombre' (Hech 7, 48). La razón de ello la explica Jesús mismo en el coloquio con la Samaritana: 'Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad' (Jn 4, 24). Una casa material no puede recibir plenamente la acción santificadora del Espíritu Santo. y por tanto no puede ser verdaderamente 'morada de Dios'. La verdadera casa de Dios debe ser una 'casa espiritual'. como dirá san Pedro, formada por 'piedra vivas', es decir, por hombres y mujeres santificados interiormente por el Espíritu de Dios (Cfr. 1 Pe 2, 4.10; Ef 2, 21.22).
4. Por ello. Dios prometió el don del Espíritu a los corazones, en la célebre profecía de Ezequiel, en la que dice: 'Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros... Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados: de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo... Infundiré mi espíritu en vosotros...' (Ez 36. 23.27). El resultado de este don estupendo es la santidad efectiva. vivida con la adhesión sincera la santa voluntad de Dios. Gracias a la presencia íntima del Espíritu Santo, finalmente los corazones serán dóciles a Dios y la vida de los fieles será conforme a la ley del Señor.
Dios dice: 'difundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas' (Ez 36. 27). El Espíritu santifica de esta forma toda la existencia del hombre.
5. Contra el espíritu de Dios combate el 'espíritu de la mentira' (Cfr. 1 Re 22, 21-23), el 'espíritu inmundo' que subyuga a hombres y pueblos sometiéndolos a la idolatría. En el oráculo sobre la liberación de Jerusalén. en perspectiva mesiánica, que se lee en el libro de Zacarías. el Señor promete realizar él mismo la conversión del pueblo. haciendo desaparecer el espíritu inmundo: 'Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén. para lavar el pecado y la impureza. Aquel día...extirparé yo de esta tierra los nombres de los ídolos... igualmente a los profetas y el espíritu de impureza los quitaré de esta tierra...' (Za 13. 1.2: cfr. Jer 23, 9 s.; Ez 13 . 2 ss.).

El 'espíritu de impureza' será combatido por Jesús (Cfr. Lc 9. 42; 11,24). que hablará. a este propósito, de la intervención del Espíritu de Dios y dirá: 'Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios' (Mt 12. 28). Jesús promete a sus discípulos la asistencia del 'Consolador'. que 'convencerá al mundo... en lo referente al juicio, porque el Principe de este mundo está juzgado' (Jn 16. 8.11). A su vez, Pablo hablará de; Espíritu que justifica mediante la fe y la caridad (Cfr. Gal 5.19 ss.). enseñando la nueva vida 'según el Espíritu': el Espíritu nuevo de que hablaban los profetas.
6.. Los hombres o pueblos que siguen el espíritu que está en conflicto con Dios. 'contristan' al espíritu divino. Es una expresión de Isaías que hemos referido ya y que es oportuno citar de nuevo en su contexto. Se halla en la meditación del llamado Trito.Isaías sobre la historia de Israel: 'No fue un mensajero ni un ángel: él mismo en persona (Dios) los liberó. Por su amor y su compasión los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató: los levantó y los llevó todos los días desde siempre. Mas ellos se rebelaron y contristaron a su Espíritu santo' (Is 63, 9.10). El profeta contrapone la generosidad del amor salvífico de Dios para con su pueblo, y la ingratitud de éste. En su descripción antropomórfica, se conforma con la psicología humana la atribución al espíritu de Dios de la tristeza producida por el abandono del pueblo. Pero según el lenguaje del profeta, se puede decir que el pecado del pueblo contrista el espíritu de Dios especialmente porque este espíritu es santo: el pecado ofende la santidad divina. La ofensa es más grave porque el Espíritu Santo de Dios no sólo ha sido colocado por Dios en su siervo Moisés (Cfr. Is 63, 11), sino que lo ha dado como guía a su pueblo durante el éxodo de Egipto (Cfr. Is 63. 14), como signo y prenda de la salvación futura: 'Mas ellos se rebelaron...', (Is 63, 10).
También Pablo, heredero de esta concepción y de este lenguaje, recomendará a los cristianos de Éfeso: 'No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención' (Ef 4, 30; cfr. 1,13-14).
7. La expresión 'contristar al Espíritu Santo' demuestra bien que el pueblo del Antiguo Testamento ha pasado progresivamente de un concepto de santidad sacral, más bien externa, al deseo de una santidad interiorizada bajo la influencia del Espíritu de Dios.
El uso más frecuente del apelativo 'Espíritu Santo' es un indicio de esta evolución. Este apelativo. inexistente en los libros más antiguos de la Biblia, se impone poco a poco precisamente porque sugería la función del Espíritu Santo para la santificación de los fieles. Los himnos de Qumran en varias ocasiones dan gracias a Dios por la purificación interior que él ha realizado por medio de su Espíritu santo (por ejemplo, Himnos de la Ságruta de Qumran, 16, 12;17. 26) .
El intenso deseo de los fieles no era ya sólo de ser liberados de los opresores, como en el tiempo de los Jueces, sino ante todo de poder servir al Señor 'en santidad y justicia, delante de él todos nuestros días' (Lc 1, 75). Por esto, era necesaria la acción santificadora del Espíritu Santo.
A esta espera corresponde el mensaje evangélico. Es significativo que en los cuatro evangelios la palabra 'santo' aparezca por primera vez en relación con el espíritu, tanto para hablar del nacimiento de Juan Bautista y del de Jesús (Mt 1, 18)20; Lc 1, 15, 35), como para anunciar el bautismo en el Espíritu Santo (Mc 1, 8; Jn 1, 33). En la narración de la Anunciación, la Virgen María escucha las palabras del ángel Gabriel: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti...; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios' (Lc 1. 35). Así comenzó la decisiva acción santificadora del Espíritu de Dios, destinada a propagarse a todos los hombres.

Carta abierta a los laicos comprometidos


Comparte el sueño del cardenal John Henry Newman: “Quiero laicos no arrogantes, no precipitados al hablar, no polémicos, hombres y mujeres que conocen su religión, compenetrados con ella, que saben dónde están, que saben lo que tienen y lo que no, que conocen su credo tan bien que pueden dar cuenta de ello, que saben tanto de la historia que pueden defenderla. Quiero laicos inteligentes, bien instruidos. Desearía….para aumentar sus conocimientos que cultiven la razón para penetrar en la relación de la veracidad de la verdad, que aprendan a ver las cosas como son, que comprendan cómo fe y razón se complementan, que son base y principios del catolicismo” 

JUEVES, 19 DE NOVIEMBRE DE 2009

Carta abierta a los laicos comprometidos






Mis queridos (as) hermanos (as) en Cristo:

Antes que nada, permítanme felicitarles
por su actitud de compromiso con la misión de la Iglesia.

En un mundo, dominado por el egoísmo
y el interés personal o de grupo,
ustedes representan un testimonio de libertad y valentía,
al ver más allá de los estrechos horizontes de la cotidianidad
y comprometerse con las grandes causas del Evangelio.


Vino nuevo en odres nuevos 

Como católicos metidos totalmente en los asuntos del mundo
y al mismo tiempo en la vida de la Iglesia,
se habrán dado cuenta de un cierto desequilibrio,
que existe en nuestros ambientes
con relación al mundo en que vivimos.

Mientras en la sociedad se han dado grandes cambios con relación al pasado,
en la Iglesia persisten aún instituciones,
estructuras y estilos de vida propios de otros tiempos.

El mismo lenguaje filosófico- teológico,
que se maneja a nivel oficial,
hace siempre más difícil la transmisión del mensaje
y la comunicación entre los pastores y los feligreses
.

Pues bien, en esta situación, ustedes,
bien empapados de los valores evangélicos,
sensibles a las exigencias de la sociedad contemporánea
y manejando oportunamente el lenguaje actual,
tendrán la tarea de hacer más accesible el Evangelio al hombre de hoy.

Al mismo tiempo, al interior de la Iglesia,
mediante su testimonio de sinceridad y espontaneidad,
irán creando un nuevo tipo de relaciones entre todos,
más respetuoso de la dignidad humana y más acorde al Evangelio.

Carismas diferentes

Como católicos comprometidos, dedíquense por tanto a lo propio
y dejen a los demás lo que les corresponde.

¿Qué dijo Jesús? ‘
Deja que los muertos sepulten a sus muertos.
Tú vete a anunciar el Reino de Dios’
(Lc 9, 60).

Si Dios los llamó para anunciar el Reino de Dios,
¿por qué van a dedicar su tiempo a otras cosas?

Que los demás se dediquen a las rifas
y a la venta de los tamales.
Es su manera propia de colaborar en los asuntos de la Iglesia.

Pero, si cada uno de ustedes recibió algún carisma,
don o capacidad especial para el bien de toda la Iglesia,
dedique su tiempo precioso a vivir y actuar según este carisma
y no lo desperdicie en asuntos de poca importancia,
al margen del don recibido.


Colaboradores, no siervos ni esclavos de nadie

Posiblemente su manera de actuar
va a molestar a los que están acostumbrados a tratar a los laicos
como si fueran niños.

Pues bien, dependerá de ustedes,
de su capacidad de enfrentar estas situaciones,
si se volverán en agentes de cambio dentro de la Iglesia
o contribuirán a reforzar,
mediante una actitud sumisa y acrítica,
modelos infantiles de relaciones,
totalmente al margen de la enseñanza de Cristo
y el sentir propio de nuestros tiempos.

Haciendo esto, más que contribuir al progreso de la Iglesia,
la van a perjudicar más,
perpetuando vicios del pasado y
aislándola más del mundo en que vivimos,
más sensibles a los valores de la libertad y dignidad.

Obediencia y autonomía

Alguien, al enterarse de esto, podrá escandalizarse,
pensando que se está faltando al respeto y la obediencia,
que se debe a los pastores de la Iglesia.
Será su manera propia de ver las cosas,
rezago de épocas feudales.

En realidad, el respeto no está reñido con la dignidad de la persona
y la obediencia no consiste en decir siempre sí,
sin tener en cuenta de qué se trata.

Ahora bien, ustedes, con su manera de actuar,
tienen que ayudar a los pastores de la Iglesia
a madurar en la manera de ejercer la autoridad,
dejando a un lado el estilo autoritario
que los caracterizó en el pasado.
Todo esto, cuando se trata de asuntos eclesiales.

Cuando, al contrario,
se trata de asuntos directamente profanos,
tienen que exigir su completa autonomía.

En este caso, son ustedes, que,
bien empapados del sentir que emana del Evangelio,
van a tomar las decisiones pertinentes,
sin dejarse manipular por nadie, sea quien sea,
no importando el cargo que ostente
dentro de la jerarquía eclesiástica.

No se olviden de la advertencia de Jesús:
“Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”
(Mc 12, 17)
o del refrán popular: “Zapatero a tus zapatos”.

Solamente así podrán representar una voz genuina
al interior de la Iglesia,
con una sensibilidad y con una visión original de los problemas.


De otra manera,
correrán el peligro de volverse en puros repetidores de conceptos,
sin el calor y la fuerza de la experiencia
y sin incidencia en la realidad.

Influjo en la sociedad

Un amplio panorama se presenta ante sus ojos
para que puedan actuar en la sociedad
como verdaderos discípulos de Cristo,
comprometidos con el bien común.

Las posibilidades son enormes:
la política, la comunicación, la educación,
la seguridad, la impartición de la justicia,
el arte, el campo, la fábrica, el taller,
el servicio social a solas o en forma asociativa (las ONG’s), etc.

Que en todo esto tengan el valor de decir sí, cuando es sí,
y no, cuando es no (Mt 5, 37),
actuando siempre con independencia de criterio
y dejándose guiar solamente por la luz del Evangelio y su conciencia,
realmente preocupados por el bien común
y el pleno respeto al derecho de cada quien.

Que como laicos comprometidos
empiecen a incursionar en los medios de comunicación
masiva, como comunicadores y como dueños de los mismos,
y también en la educación, contando con colegios y universidades propias.

Así podrán contribuir directamente
en la formación de sus hijos y las nuevas generaciones de católicos,
según el estilo propio que ustedes quieran implantar
a la luz de su experiencia,
sin una dependencia continua del clero
o de otro tipo de instituciones católicas,
que a veces de católico tienen solamente el nombre.

Que en todo esto actúen con plena honestidad intelectual,
rectitud de intención y fidelidad al Evangelio
y el hombre de hoy, rompiendo monopolios
y afirmando sin reticencia alguna su identidad católica,
más allá de toda retórica aperturista,
que en muchos casos lo único que pretende
es garantizar mayores ingresos económicos,
diluyendo el sentido de la fe
y dando cabida a todos y a todo.

Influjo dentro de la Iglesia

Al mismo tiempo, se les presentan grandes oportunidades
para poder influir dentro de la Iglesia,
llevando el aire fresco de la espontaneidad,
la sinceridad y la autenticidad.
Que no los atrape la tentación de la rutina y el ritualismo.

También en este caso, es mejor
“dejar que los muertos sepulten a sus muertos” (Lc 9, 60).
En realidad, hay gente que se encarga de eso.

Ustedes, como laicos comprometidos
y al mismo tiempo sin ningún interés de orden económico o prestigio,
dedíquense a descubrir nuevas formas de captar
y vivir el mensaje evangélico,
teniendo en cuenta la realidad concreta en que viven.

En este sentido pueden aportar mucho en el campo de la catequesis,
la liturgia, la administración o la evangelización de los alejados.

No se sientan esclavos de nadie.

Si encuentran dificultad para realizarse
en un determinado lugar, vayan a otro (Cf. Lc 10, 10).
Así podrán realizarse plenamente y dar lo mejor de sí,
evitando el peligro de un desgaste constante
en situaciones de conflicto, rechazo o imposición. 


Conozcan sus derechos como miembros de la Iglesia
y háganlos respetar.
Que no vaya a pasar que,
mientras estén luchando por la afirmación de la dignidad humana en la sociedad,
al interior de la Iglesia, por cobardía
o un malentendido espíritu de obediencia y fidelidad,
permitan cualquier tipo de atropello.

Al contrario, si quieren dar un mejor servicio a la Iglesia,
tienen que luchar para que, también dentro de la Iglesia,
se respeten los derechos humanos
y se pueda llegar a establecer alguna institución específica al respecto.

Grupos Apostólicos y Movimientos Eclesiales 

Es donde mayores oportunidades tienen de organizarse autónomamente
y planear acciones concretas más conformes
a su manera de ver las cosas.

Como se dan cuenta, la Iglesia necesita estructuras nuevas,
que le permitan actuar con mayor incidencia en el mundo de hoy.

Pues bien, ustedes tienen la oportunidad de organizarse de manera tal
que todos y cada uno de ustedes tenga la oportunidad de realizarse plenamente
y ofrecer al mismo tiempo a la Iglesia
un servicio más especializado en las distintas áreas,
contando con los recursos de sus mismas instituciones.

Para que su presencia dé a la Iglesia los frutos esperados,
los invito a ser creativos a lo máximo,
ensayando nuevos métodos de apostolado
y creando nuevas estructuras de evangelización,
que sirvan de estímulo para el actual aparato ministerial de la Iglesia,
atrapado muchas veces en moldes de otros tiempos y casi asfixiado.

Que no le tengan miedo a la resistencia que les pueda venir
de parte de algunos miembros del clero,
celosos de sus prerrogativas
y temerosos ante todo lo que sabe a novedad
y puede representar un peligro para su seguridad y prestigio.

Que se den cuenta de que no se trata de competencia,
sino de colaboración en una misión
que es tarea de todos los miembros de la Iglesia.

Una de las condiciones esenciales para vivir y actuar con libertad,
según el propio carisma,
es poder contar con instalaciones propias
y medios propios de subsistencia.

Centros de formación

Para que puedan ir formándose cada día mejor
con miras a ofrecer un mejor servicio a la Iglesia y a la sociedad,
es oportuno que ustedes mismos intervengan
en la formulación y aplicación de los programas
o cuenten con centros de formación propios.

Solamente así será posible garantizar
una preparación práctica, no solamente teórica,
con análisis precisos de la realidad
y entrenamiento para enfrentar y resolver los problemas reales,
que nos están afectando como Iglesia y sociedad,
fijándose más en los resultados concretos que en las buenas intenciones.

Conclusión

Hay voces recurrentes que hablan de una nueva época en la historia de la Iglesia,
en que el papel del laico será determinante.
Adelante, pues, con valentía y espíritu de creatividad.
A ver qué nos depara el Espíritu.

Siempre unidos en la oración y el común ideal, que es la misión.

Atentamente,

P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Apóstoles de la Palabra
Tuxtepec, Oax., 21 de marzo de 2008
.

domingo, 4 de noviembre de 2012