Cuando era adolescente dudaba que fuera posible que Jesús el hijo de Dios estuviera presente en la hostia, pero gracias a la misericordia de Dios, en una Eucaristía de sanación y liberación pude ver y escuchar al demonio gritar y revolcarse ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. A partir de ese momento mi vida cambió ahora siempre que voy a la Santa Misa soy consciente de que recibo a Jesús vivo quien se hace presente.
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